Fishes sin HUD raiseando random cada balón (patapúm parriba) contra villanos calling 16/14.
Mientras los 11 de Camacho siguen cosechando campeonatos del mundo y eurocopas, llevando el honor y la furia hispana hasta el último rincón del universo, los españoles en Bournemouth protagonizaron ayer uno de los episodios más deplorables de la historia del balompié español. Creo que perdimos por 15 a 8, pero eso es algo que nunca sabremos con certeza ya que en algún momento del partido notamos que lo más sensato era perder la cuenta de los goles encajados.
Un grupo de tocapelotas uruguayos -entiéndaseme bien, tocaban muy bien el balón- arrasaba en un partido de fútbol 7 contra una panda de impresentables surpirenaicos, diríase que norteafricanos desgarbados y famélicos. Contra todo pronóstico, al principio comenzamos runeando dos cajas por encima de la EV, pura varianza que a la larga acabó cerrando el gap y poniendo nuestros winrates en negativo, de donde nunca debieron salir.
Después de meditarlo profundamente, la nota final y el apodo para el césped que le pongo a cada jugador de los "nuestros" es la siguiente:
BigJoe "El Messi-ass de Málaga".....................................10,00
Kolmogorov "la zurda de platino".....................................8,90
Laurenman "Torquemada postmoderno"...........................8,00
Rafel "Locomotora de vapor"..........................................7,00
Sajer "For the glory".......................................................6,00
Calamar "Lesionado mental y lesionador mental"..............4,99
Dits Bruts "Hándicap N+1".............................................0,34
Pablo "Tenis sí, fútbol no"................................................0,33
Eran 7 Vs 7, pero había un reserva inesperado. Pasada la primera hora de partido, ya teníamos la primera rata en abandonar el barco: el Calamar gigante de las profundidades abisales del mar de Tasmania -también conocido como arquiteutis- tiraba la toalla con escusas baratas y conminaba a un servidor -cuya única misión allí era hacer de cuarto árbitro, aun sin silbato- a adentrarse en el trepidante y apasionante mundo de atinar patadas sobre una seudo-esfera de cuero henchida de gas (si por lo menos hubiese pepitas de oro en su interior, podría comprender semejante saña con las paredes del recipiente; el balompié sigue siendo un misterio para mí).
La medalla de oro va para el gran BigJoe, que demostró una vez más que en el sur de Andalucía no sólo hay gandules gastándose el PER en el BAR, también hay talentosos futbolistas capaces de tocar bien, distribuir, organizar, escabullirse espontáneamente de las garras del villano, atizar al balón as God rules y -oh my God!- de lanzar una parábola desde medio campo y pillar al portero adelantado -no recuerdo cómo se llama esta clase de gol, pero fue espectacular. Fue el único capaz de raisear todas las calles y el único que movió el culo desde el primer minuto hasta el último.
La plata va para Kolmo, cuya zurda de platino dio muchos de los pocos goles que metimos. Sus check-raises allín en el river del área dejaron a más de uno en la lona del Bellaggio.
El bronce para Laurenman, que dictaba órdenes -algunas claramente inasumibles- desde el centro del campo a la vez que sorprendentemente tocaba lindamente el balón más allá del mundo virtual en que vive, el juego ese de XBOX que llaman FIFA dosmil algo. Su juego fue el más equilibrado, tanto preflop como postflop y luchó todos los botes.
Rafel, cuya misión original era tomar imágenes para el reportaje documental de poqueros en Bournemouth, tuvo que ataviarse de corto y dejar el cinematógrafo para otro día, realmente fue el único jugador al que temió el enemigo en sus entradas al área. Su estrategia fue siempre bet, bet, bet.
Sajer no consiguió la gloria, pero sus maquinares en la sombra fueron germen de algunos de los momentos menos infames de la tarde. Sólo se le puede acusar de algunos slowplays.
Calamar fue el primero en pedir el cambio, ya que estaba muy cansado de tanto vociferar y lesionar mentalmente a sus compañeros. Sus movimientos random de cefalópodo con escafandra de cartón, así como su actitud falsamente indignada en la cancha -confiésalo, te la soplaba perder- le valen un merecido suspenso. Postpartido, no faltaron sus valerosas apuestas 10 a 1 a que se ponía en forma en un mes, que misteriosamente nadie aceptó siendo la odd real de la apuesta 100 a 1.
Pablo, tu sobrenombre lo dice todo: tenis sí, fútbol no. Tu nota es Muy Deficiente, o progresa inadecuadamente, sin acritud. Bluffear por valor es EV- de toda la vida. El poder coercitivo de Lau supera al del anillo de Frodo, no te vuelvas a dejar engañar y siga usted con las tardes de tenis. Eso sí, fue el único que no se quejó, al contrario que otros que no quisieron asumir su realidad fisharda.
Yo merezco peor nota que Pablo "tenis-sí-fútbol-no", pero mis dos goles (un 7/93 preflop y un 2/98 postflop de overquads) que hicieron subir la moral del equipo por las nubes en el momento más desdichado me otorgan el penúltimo puesto de la clasificación de talentos poqueriles en el Bournemouth español. Aunque, si somos rigurosos y aplicamos un sistema de hándicap como en el golf, considerando que mi último partido fue hace 25 años -me asusta saber que el 90% de los jugadores del partido no habían nacido cuando yo ya colgué las botas-, mis dos goles valen por 25 cada uno (hándicap N+1 significa que cualquier hándicap que tenga usted, yo tengo más). Y de aquí se colige que yo fui el mejor jugador del partido y que arrasamos dignamente a los pibes de allende los mares.
Alguien quiso argüir en favor de los descalabrados que faltaron grandes puntales como Moke y Status. Naderías: lo que hubo allí fue una muestra representativa del momento, y no podemos pretender pensar que jugar siempre con los nuts es el valor esperado que nos corresponde. En resumen, un partido busto que nunca debió celebrarse.