En un lugar de La galia, de cuyo nombre siempre me deberé acordar, no ha mucho tiempo que vivía un apasionado jugador de cartas de las de barajar. Pequeño hombre de estatura, pero gigante de humanidad, este agricultor ilicitano le dedicó su tiempo libre al azar.Su nombre Manolico, su lugar El Tom, fracción geográfica de La galia, que a su vez lo es de Elche, como partida rural.
Aún siendo un ganador de su nivel (No Limit 1000 Ptas de Julepe y bacarrat), jamás llegó a ser considerado el mejor jugador de cartas de Elche, ni el segundo, ni el tercero. Tampoco creo que fuese el que más dinero ganase, ni el más hábil ni el más famoso. Todo estos logros materiales no tenían especial interés para él (si bien hay que decir una vez ganó una bicicleta jugando al caliche). A Manolico le gustaba el juego por el propio juego, no aspiraba a mucho más, salvo a pasar un buen rato con sus compañeros de mesa, mediando entre ellos la emoción del azar. Con esta manera de entender el juego se ganó el respeto de compañeros y rivales permitiéndole pasar a la historia como el jugador de cartas más afable que a un tapete se vino a acercar.
Como a otros muchos de su época, la guerra civil lo pilló en el bando equivocado. Sobrevivió a la misma, y un buen día su hijo le preguntó:
- Padre, ¿Pero usted mató a alguien en la guerra?
- Yo estuve en las trincheras, pero cuando nos decían de disparar, inclinaba el fusil unos grados hacia arriba para no darle a los que estaban enfrente, que eran los míos.
- Entonces padre, con razón perdisteis la guerra… así era imposible ganarla!
- Sí, algo de eso sería.
Los que lo conocimos sabemos que habría hecho exactamente lo mismo en caso de haber estado en la trinchera de enfrente. Ese era Manolico, y esa su política de no agresión que durante el resto de su vida se vería reflejada en las mesas de juego por las que pasó.
Su presencia aumentaba el sentido del humor global de la partida, siendo muchas las anécdotas suyas que se cuentan al respecto. En cierta ocasión, en mitad de una de las centenares de partidas que se llegaron a jugar en su casa de campo de Maitino (lugar de residencia de Manolico tras matrimoniar con su esposa Tonica), hizo aparición su mujer exaltada, y en actitud recriminatoria. – ¡Te has dejado la mula en la calle!, ¡Se te ha olvidado encerrar la mula en el corral, Manolico! Tan cegado estás con las cartas que se te ha olvidado encerrar la mula! En ese momento la partida corría el peligro paralizarse hasta que Manolico consiguiese reconducir al animal hacia sus dependencias. Pero Manolico por el bien de la partida decidió aguantar el envite. Tras unos segundos de pausa, apoyándose en sus escasos conocimientos de topología y teoría de conjuntos sentenció: - La Mula sí que está encerrada. Lo que pasa es que está encerrada… fuera del corral. Se puede encerrar dentro, y se puede encerrar fuera, y yo esta noche he decidido encerrarla fuera del corral. Y así fue como el bicho asnal pasó su primera noche libre de su cautiverio trotando por los bancales de Maitino.
Una vez alguien le preguntó: -Manolico, tu que eres juaor, ¿ que no compres lotería?: “Es que en eixe negoci no es segur del tot guanyar” (Aquí demostró tener muy claro lo que era un juego de expectativa negativa, sin haber leído ni siquiera el manual de Carreño)
Pero ahí no terminan sus conocimientos matemáticos del juego. Con su frase “Jugar per necessitat es perdre per obligació”, Manolico demostró unos conocimientos de gestión de bankroll impropios de su época.
Lo recuerdo con su bastón, sentado junto al tapete, cerca de la baraja y esperando acción. Cuando se le sentaba alguien en la mesa Manolico le señalaba la baraja para iniciar la partida. – “Pero Manolico, tu i jo soles anem a jugar? ¿No serem molt poquets?”. “En haver-hi un per a tallar, prou”, contestaba siempre.
“Mos sonaba un geperut , mos cantava un castellà. Y allá en la casa encarnà ens isqué un home panxut en una forca en la mà”. Estas fueron sus últimas palabras, las cuales referían a una seranata de sus tiempos mozos que no tuvo el final esperado. Genio y figura hasta la sepultura.
Manuel Bonete Jaén, es lo que pone en su DNI, en sus escrituras, y en su tumba junto al Toscar, en la que lo enterramos con una baraja española… para no dejarlo descansar.
Y aquí termina este homenaje a mi abuelo Manolico, que murió en 1994, y jamás a las cartas me pudo ver jugar .
De tu nieto, porque cada año me faltas.
2 comentarios:
Desde luego, el jugador más carismático de todo el Campo de Elche. Cuentan que una vez un hombre le pidió dinero para jugar, y entonces Manolico le respondió: "Te los dejo, pero sólo para jugar, que no me entere que los usas para comer".
perdon por poner esto aki pero es k no se donde ponerlo...
me preguntaba si hay sitios en elche donde se juega al texas holdem en vivo... me pueden contestar porfavor al mail si tienen alguna informacion??
scarge1@hotmail.com
gracias
Publicar un comentario