viernes, 27 de agosto de 2010

MENOS CERVEZA, MÁS DEPORTE


No hace falta que explique cuál es la imagen que se tiene en España del jugador de póquer: un pendenciero, de hábitos nocturnos, que frecuenta bares y sospechosas güisquerías, un bebedor y fumador (el tabaco espesa la sangre, el alcohol la licúa, por eso ambos vicios son tan necesarios), un vicioso, un ludópata que apostaría a su abuela a la carta más alta. Y la verdad es que esa ha sido la apropiada para la mayoría de los jugadores de épocas pasadas. Sin embargo, el jugador ganador de la era Online es un robot insensible (¿tautología?) y matematizado que trabaja desde casa, y que de vez en cuando se pasa por un casino tangible -con el dinero que ha ganado online- para estar unas horas divertidas con amigos, como quien va al bar o a la mercería.

Comento esto porque a raíz del anterior artículo "Deportista español de élite" me viene a la cabeza que, además del factor sicológico necesario en todas las etapas del jugador, cuando se llega a niveles altos la preparación física empieza a cobrar también bastante importancia. No beber alcohol, no fumar, no jugar tras una comida copiosa -y todos los consejos de la DGT antes de ponerse al volante-, y hacer deporte regularmente. Recuerdo que en una final del campeonato del mundo de ajedrez Anand llamó la atención porque parte de su preparación consistía en irse por la sierra a hacer fútin, como Rocky cuando quería vencer al ruso. Y es que el viejo proverbio Mens sana in corpore sano es fundamental para ganar al póquer. Es paradójico que los hábitos que tienen los grandes ganadores de póquer son exactamente los contrarios de los que la opinión pública piensa que tienen.

Yo desde que estoy en esto que me he vuelto mucho más sano en todos los aspectos, sólo bebo cosas que salgan en la Biblia: agua, vino y Coca Cola Light (leí la versión yankee).